Corría el año 87 cuando en varias revistas de videojuegos aparecieron noticias de un nuevo y revolucionario juego llegado ni más ni menos que de la Unión Soviética y aventuraban de él que provocaba cotas de adicción elevadísimas.
Another World llegó de la mano de un hombre influenciado «Star Wars», los cómics y, sobre todo, por la obra de Richard Corben, Frank Frazetta y Michael Whelan. De hecho, nuestro amigo Eric Chahi tenía en mente dedicarse al mundo de la ilustración más que al de la programación de videojuegos.
Pero la gran afición por el entretenimiento informático y la pasión por el mero hecho de encontrar retos programando el más difícil todavía, hicieron que este joven programador francés se sentara frente a su ordenador para crear uno de los juegos más importantes de todos los tiempos.