NOTA: Análisis cedido gentilmente por Metodologic.com, puedes ver el original y comentarlo aquí
Himenoptera Espacial
La impresión de los usuarios de Amiga al encontrarse un shoot’em up de origen japonés fue tal que generó un sonado alborozo pensando en que, por fin, los desarrolladores nipones iban a desembarcar en el mercado del ordenador de Commodore. Pero lejos de significar una “orientalización” del catálogo amiguero, la verdad no era otra que una especie de juego por parte de Peter Thierolf, Frank Matzke, Chris Hülsbeck, alemanes de pura cepa.
Ellos, bajo la batuta de Thomas Hertzler y Lothar Schmitt crearon la marca KAIKO, nacida entre los mimbres de Blue Byte y las tropecientas marcas germanas entre las que se movían todos estos genios de la programación. Así, cuando cae en nuestras manos un juego con todos los visos de codearse con los arcadazos de Megadrive o la por entonces incipiente Super Nintendo pues… podéis imaginar la ilusión generada, un poco cansada de tanto título de procedencia occidental.
Ojo, que el Amiga tenía en su catálogo algunos de los mejores juegos de su género: Turrican 2, Ruff’n’ Tumble, Wrath of the Demon, Kick Off 2, etc, e incluso también algunas magníficas conversiones de clásicos vistos en otros sistemas, como Golden Axe, Shadow Dancer, Ghost’n Goblins. Pero lo cierto y verdad es que el encanto de aquellos cartuchos para consola provenientes del país del sol naciente siempre parecía estar fuera del alcance del Amiga.
La broma quedaba descubierta a poco que uno reconociera el estilo de estos desarrolladores, cuyos créditos aparecían camuflados como si de extraños nombres japoneses se trataran. Pero, ahí con su logotipo adornado con caracteres katakana, Apidya II tenía toda la pinta de ser el típico matamarcianos cien por cien chinaka. Y encima el añadido de peso que tenía ese “II”, queriéndonos decir que nos habíamos perdido esa primera parte por algún lado. El engaño se remataba cuando, una vez dentro del juego, disfrutábamos de un shoot’em up que parecía haber sido parido por la mismísima Konami, como si de un Gradius amiguero se tratase (de hecho, el sistema elegido para los power ups era exactamente el mismo).
Y es que el ejercicio de diseño que habían llevado a cabo las mentes pensantes de Kaiko era perfecto. Como arcade de género, Apidya II era redondo, probablemente uno de los mejores aparecidos en Amiga. Puede que no tenga tanto prestigio como Blood Money, Agony o Banshee, pero, a opinión del que esto suscribe, Apidya era a todas luces redondo. Ya no solo por su impecable scroll de pantalla, sus preciosos y coloristas gráficos o la impresionante banda sonora del siempre portentoso Chris Hülsbeck, sino porque, como juego, estaba medido al milímetro, siendo tan adictivo y accesible (que no fácil) como el mejor de los matamarcianos japonés.
La historia de un guerrero que se transformaba en avispa no era más que una excusa para introducirnos en la aventura con una intro de marcado carácter anime, esencial para seguir con el inocente engaño de Kaiko. Ya a a los mandos, nuestro pequeño himenóptero debía combatir a cientos de insectos enemigos, peces, topos… para llegar al culmen de la fase de las cloacas, donde la contaminación inundará la pantalla con enemigos tan grandes como los gusanos que salen de la rata muerta o la muñeca rota endemoniada. La última fase, con nuestra avispa en versión robótica y todo el entorno transformado en un “algo” cibernético (y con una sensacional versión de “James Brown is Dead” de fondo) ponía el colofón a un desarrollo arcade que en el Amiga no tenía parangón… y bien que esto se podría extender a otros sistemas.
En definitiva, la explosión tecno-lúdica de Apidya II sigue siendo a día de hoy digna de ser probada y disfrutada. El staff de Kaiko, más allá de divertirse, logró desarrollar una auténtica obra maestra capaz de situarse a la cabeza de los matamarcianos favoritos del que esto suscribe. Comparable a los mejores Gradius de la gran Konami de antaño, Apidya es un juego que no deberías perderte por nada del mundo.
Apidya (Play Byte/A.U.D.I.O.S/Kaiko) (ECS/OCS)
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94%
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96%
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80%
Un pequeño y peligroso mundo
– Impresionante y épica banda sonora del gran Chris Hüelsbeck
– Gráficos bestiales, con enemigos de proporciones gigantescas
– Parece realizado por la mismísima Konami
– Demasiado difícil a primera vista
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