Aquellos usuarios de nueva generación, y me refiero a aquellos que sólo conocen los juegos de terror y suspense con las sagas Resident Evil, Silent Hill o Project Zero, decirles que antes de todo esto… ¡había vida!.

NOTA: Análisis cedido gentilmente por Metodologic.com, puedes ver el original y comentarlo aquí

Y existían en épocas pasadas juegos que te ponían los pelos de punta sin que los maestros japoneses metieran la mano de por medio, como aquel del que os vamos a hablar a continuación. Se trata de Waxworks, también conocido y malamente como la tercera parte de Elvira, por su gran parecido a las dos aventuras que se hicieron anteriormente basado en el personaje de la vampiresa Elvira. No en vano, Waxworks, que naciera allá por el año 1992, vino también de la mano del binomio entre Accolade y Horror Soft (creadores de Simon the Sorcerer y del más reciente Call of Cthulhu: Dark Corners ot the Earth), y mezclaba de igual forma el género de aventura gráfica y rol.

La primera vez que lo probé era muy jovencita, pero ya sabía que me encantaba este tipo de aventuras. Lo cierto es que me perdía bastante y no pude sacarle todo el jugo, pero ahora que lo he rescatado de nuevo, lo he exprimido con satisfacción. Con todo, Waxworks no es un juego apto para todos los públicos, ya que contenía escenas bastantes gores incluso para lo que se ve hoy día, con grandes litros de sangre, tripas, desgarros, etc, sobre todo si nos mataban, ya que los enemigos no se bastaban con cortarnos el paso. Nos darían las muertes más sanguinarias que hayamos visto. Aquí tenéis unos pocos ejemplos:

Para ser un juego de miedo, la verdad no nos íbamos a llevar grandes sustos, pero se suplían con todo lo que envolvía esta aventura. La trama, los enemigos, el ambiente tétrico, el tener que huir en algunas ocasiones para que no nos mataran… todo ello creaba una atmósfera de lo más parecida a la peor de las pesadillas. La trama de Waxworks consistía en que el protagonista era requerido por su tío, que para más inri acababa de fallecer. Nos dirigíamos al museo de cera de su propiedad, lugar inquietante como pocos. Nada más llamar a la puerta, éramos recibido por su secretario, y aquí nos llevaremos el primer susto (no es por nada en concreto, sino por la cara del personaje en cuestión que es el clon feo de ‘Don Limpio’).

Dicho personaje nos entregaba una bola de cristal y, a través de este objeto, nos podíamos poner en contacto con nuestro tito desde el más allá. Éste le pide ayuda para liberar a la familia de una antigua maldición gitana, que, generación tras generación, había creado un gemelo perverso que sembraba el mal allá donde se encontrara. Para eliminar a estos gemelos debíamos de introducirnos por los cuatro diferentes mundos que estaban escenificados en el interior del museo, y donde se encontraba la auténtica esencia del mal en cada temática representada. Los escenarios eran:

Cementerio

En este escenario debíamos eliminar al quinto gemelo, que utilizó la magia negra para convertirse en inmortal. Se había hecho cargo del cementerio y había creado en el un ejército de zombis que se dedicaban a matar a todo ser viviente que entrara en dicho sector. Así que ya sabemos lo que nos espera en esta zona, un montón de muertos vivientes, un vampiro y el gemelo perverso. Aunque parezca que esta zona pueda resultar complicada (sobre todo por la multitud de enemigos), es la más sencilla del juego.

La Mina

El séptimo gemelo era, en esta zona, un sacerdote que también practicaba la magia negra y el satanismo. Convirtió a las personas en extraños mutantes, parecidos a las plantas, y los convirtió en sus discípulos. Éstos se encargaban de traerle al sacerdote carne fresca de personas del exterior, ya que se alimentaban de ellas. En esta fase debemos salvar a los inocentes que se encuentran encerrados en la mina y enfrentarnos a los mutantes, que son realmente difíciles de vencer. Al final, nos enfrentaremos al gemelo que se ha transformado en una asquerosa planta mutante.

El Antiguo Egipto

Aquí mandaba el primero de los gemelos malvados. La bruja usó la bola para resucitar la maldición en las futuras generaciones. Se convirtió en el sumo sacerdote del Dios Anubis, y secuestró a la Princesa en el interior de la pirámide. Debíamos rescatarla y, para ello, teníamos que pelear con los secuaces que se encuentran por el camino. La máxima dificultad de esta zona residía en la disposición laberíntica del escenario, con trampas por doquier.

Londres Victoriano

Es, tal vez, la zona más complicada. Nada más empezar, nos encontramos al lado del cuerpo asesinado de una mujer, y la policía da por este hecho que somos Jack El Destripador. Corriendo, debíamos huir de la zona con mucho cuidado de que en ningún momento nos aprese la turba de ciudadanos cabreados, ya que no tendremos la opción de luchar y seremos ajusticiados rápidamente (a la horca sin juicio justo ni nada). Al final se tendrá que enfrentar al sanguinario gemelo convertido en el Destripador.

Al acabar con éxito estos escenarios aparecía un quinto y por el que finalmente nos veremos las caras con la maquiavélica bruja que tantos quebraderos de cabeza nos había provocado. Atención al enfrentamiento final, que merece la pena.

Gráficos y sonido de época

Con decir que mi pareja estaba deseando que terminara elaborar esta retro, porque cada vez que ponía Waxworks y sonaba la melodía del principio se ponía malo. Las músicas eran al más estilo de películas de terror de las antiguas de la época de los 80, más bien pobretonas.

En la versión que se hizo para Commodore Amiga, como no podía ser de otra forma, éstas estaban mejor arregladas que en PC. Las melodías se repetían una y otra vez. Sólo cambiaban cuando íbamos a iniciar un combate. Por su parte, los sonidos eran bastantes escasos, y los pocos que habían se ajustaban con aprobado justo a cada situación: los cuchillazos, los gritos, etc. El apartado sonoro no era el plato fuerte de este gran juego.

En cuanto a los gráficos, estaban diseñados en VGA de 256 colores. Jugábamos en un entorno 2D bastante conseguido, ya que parecía que realmente jugábamos en 3D, a la usanza de los clásicos RPG tipo Dungeon Master o Eye of the Beholder. Las dos versiones de Amiga y PC eran prácticamente iguales. Los escenarios eran más bien simples, poco ornamentados, ya sea en las fases de la cueva y el antiguo Egipto, pero los pocos que habían estaban muy bien conseguidos. Eso sí, nos hartaremos de tumbas en la fase del cementerio. Los personajes a los que nos enfrentábamos eran muy elaborados en su concepción, como los mutantes y los zombis, repletos de detalles; y cuando sufríamos alguna muerte, de lo real que parecían las ilustraciones, podía dar hasta asco. Herencia de los Elvira, dicho sea de paso.

Los movimientos que poseíamos eran bien escasos. Teníamos cuatro: hacia delante, hacia atrás, derecha e izquierda y la opción de pelea cuando aparecía algún enemigo. Podíamos coger todos los objetos que quisiéramos, ya que no teníamos límite. Eso sí, cuando nos acabábamos un escenario, todos los objetos y la experiencia que habíamos cogido en él desaparecían, teniendo que empezar el escenario nuevo tal y como habíamos llegado al museo de cera. Las luchas podrían resultar un poco cansinas, casi todas era lo mismo. Un punto muy importante que no se nos podía escapar, era que debíamos grabar la partida a cada momento, ya que era muy fácil meter la pata con que usáramos mal algún objeto, y ya con esto no nos podríamos acabar la fase (cosa que solía ocurrir muy a menudo en los juegos de la época), o también la facilidad que teníamos de morir. Otra nota muy importante era que, además de jugar a Waxworks, teníamos que fabricarnos a la vez un mapa manual si no queríamos perdernos por el escenario. Tampoco era nada extraño que tuviéramos que mirar una guía para acabarnos un título tan bizarro como Waxworks.

Para acabar, decir que os recomiendo esta aventura, que para ser de hace unos añitos seguro que con algunos de sus detalles os dejará con la boca abierta de pura impresión. No me cabe duda que viendo este juego no comprenderéis que quieran censurar Manhunt 2. Cosas de la vida…

 

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