Paris, 1988, son la ultimas horas de la tarde y los tenues rayos del sol se filtran entre las hojas de los árboles iluminando suavemente una preciosa y tranquila calle de la ciudad del amor… De pronto, un automóvil irrumpe a toda velocidad en esta bella postal. Un frenazo en seco, unos individuos armados descienden del vehículo y se dirigen corriendo a lo que parece alguna clase de edificio oficial.

Efectivamente, se trata de una embajada, la noticia pronto llega a manos de la policía y estos acuden rápidamente a acordonar la zona. Mientras tanto, tú, como jefe de un equipo de fuerzas especiales de rescate, recibes la misión de neutralizar a los terroristas y liberar a los rehenes, debido a que las exigencias terroristas para su rescate son inasumibles.

Con este espectacular comienzo (que en su día te dejaba embobado), se nos presenta Hostages, que podríamos considerar abuelo de los juegos de infiltración y acción táctica, un género poco habitual en nuestro querido Amiga. Por suerte, Hostages es un trepidante pequeño gran juego, que aún hoy 25 años después de su lanzamiento nos puede dar muchos momentos de diversión.

El juego consta de 2 partes muy diferenciadas. En la primera parte, aprovechando la oscuridad de la noche, ayudaremos a tres francotiradores de nuestro equipo (denominados Mike, Echo y Delta) a alcanzar unos puntos de control estratégicos desde donde vigilar la fachada del edificio tomado por los terroristas. Desde ellos podrán cubrir a un equipo de asalto que posteriormente intentará colarse en la embajada secuestrada. Por supuesto los malvados terroristas no se lo pondrán fácil a nuestros francotiradores, y  han sido lo suficientemente listos como para agenciarse de una serie de focos de luz (como los que protegen las fugas de las cárceles en las pelis) con los que pueden controlar que nadie se acerque a los alrededores de la embajada. Nuestro equipo, por tanto, debe evitar a toda costa ser alcanzado por dichos focos, porque en cuanto la luz nos ponga a tiro, los terroristas no dudarán en dispararnos sin piedad, y tienen bastante puntería…

Todo esto ocurre en una fase de desarrollo 2d con scroll horizontal, nuestros hombres irán avanzando de uno en uno, ocultándose y esquivando los focos de luz para evitar ser disparados hasta llegar a alguno de los puntos marcados en tu mapa. Podemos alternar de miembro del equipo pulsando de F1 a F3 cuando tu personaje actual esté a cubierto, en tus manos estará el guiarles a cada punto de vigilancia elegido, o si dejarás algún lado de la fachada desprotegido. Una fase muy original para la época (bueno, en realidad todo el juego, pero en concreto esta fase más aun).

Tras alcanzar los puntos fijados, aunque sólo sea uno, un helicóptero podrá despegar y dejará a nuestro equipo de asalto sobre la azotea de la embajada. Aquí comenzará la segunda parte, nuestros francotiradores con sus rifles de mira telescópica deberán rastrear la fachada en busca de una ventana idónea desde donde nuestros amigos de la azotea (Bravo, Tango y Hotel) puedan descender y acceder al edificio. De paso, si vemos algún terrorista con sospechosas intenciones podemos aniquilarlo, pero claro hay que estar bien seguro de que no sea un rehén…

Tras encontrar el lugar de entrada idóneo, seleccionaremos un miembro del equipo de la azotea (con F4 a F6) y lo posicionaremos correctamente para descender con una cuerda hasta la ventana segura. Entonces nuestro hombre romperá la ventana para acceder al interior del edificio (todo esto que se ve tan fácil en las películas aquí es bien complicado, y no serán pocas las veces que nuestros hombres terminen despeñados). Por supuesto los terroristas, si se dan cuenta de lo que está ocurriendo fuera, intentarán disparar desde el interior a nuestro valeroso agente, pero si esto ocurre, siempre podemos volver a recurrir a la ayuda de nuestros francotiradores. De hecho esto es una de las mejores cosas del juego, lo interconectadas que están las diferentes partes del juego, la sensación de equipo trabajando está realmente lograda.

Una vez dentro de la embajada, el objetivo será ir en busca de los rehenes y terroristas en un mapeado pseudo-3D (a saltos, como en los viejos RPG, pero de desarrollo muy rápido). Si todo lo anterior ha sido divertido, esta parte es mucho mejor. La sensación de tensión es muy auténtica, pasan muchas cosas y como ya he dicho muy rápido. Terroristas corriendo por los pasillos, unos que intentarán defenderse tras los rehenes (cuidado, cuidado), otros atrincherarse en alguna habitación (por lo que podremos necesitar nuevamente la ayuda de Mike, Delta y Echo), e incluso algunos más astutos pueden volver a capturar alguno de los que ya has liberado… Por cierto, ¿te había comentado que hay un tiempo límite para salvar a los inocentes y que tu gobierno no ceda a las exigencias terroristas? Pues resulta que lo hay, y probablemente a estas alturas debe de estar a punto de acabarse. Para evitar esto, una de las acciones más interesantes es la asegurar una habitación bloqueando las entradas con algún miembro de tu equipo. De ese modo, mientras uno de tus hombres custodia los rehenes, otro puede dedicarse a salvar al resto de rehenes, y así no tener que desperdiciar tu escaso tiempo en volver a rescatar a alguien ya rescatado.

Cuando tus tres hombres de asalto mueran, todos los rehenes o todos los terroristas, la misión acabara, y la prensa evaluará tu actuación, ya sea desde pedir tu ascenso a pedir tu cabeza, y… el juego habrá acabado. ¿Tan pronto? Sí, pero por suerte siempre puedes alterar el nivel de dificultad y de misión. Tenemos 5 diferentes misiones y 3 niveles de dificultad que cambian los parámetros del juego para no sea todo siempre igual, con lo que el juego aunque es corto, se deja rejugar muy bien (y requetejugar). Además, a modo de off-topic, existe otro juego (también de la misma Infogrames), llamado Alcatraz, que es una especie de segunda parte, y que seguramente otro día me anime a comentar.

A estas alturas ya habréis deducido que Hostages es un juego que realmente me encanta. Un pequeño clásico, y pese a tener algún defectillo de duración y desarrollo, todos son bastante perdonables y no empañan el resultado final. Por ejemplo, aunque antes era un juego rompedor, hoy su desarrollo puede resultar ya un tanto primitivo, pero teniendo en cuenta de la época que es, no se le puede pedir más. Además esa relativa simplicidad (insisto porque es simple a día de hoy), puede venir bien si quieres jugar sin complicarte demasiado. Tampoco su reducida duración resulta un problema, sencillamente lo harán muy adecuado para un partida corta (normalmente duran entre 20 o 30 minutos), pues no siempre uno puede, ni quiere dedicar tanto tiempo en distraerse un rato jugando.

En cuanto a los gráficos son muy “de Atari ST”, y tal vez han envejecido un pelín regular (sobre todo por el número de frames), pero siguen teniendo un diseño tipo comic muy adecuado, que cumple perfectamente. También es normal, se trata de un juego del 88 (la época dorada de los ports directos de Atari) y encima francés (reino del ST). Pero vamos, que como el  diseño está decente, los gráficos son suficientes. En especial el efecto de los focos  aún sigue siendo muy adecuado para ser un juego a 16 colores.

El sonido por contra, sí se mejoró frente al ST, era y sigue siendo la bomba. Las diferentes melodías creadas por el compositor Charles Callet suenan de maravilla y a cual más alucinante. Los gritos, los disparos, las sirenas, y en especial el soberbio efecto de bajar o subir el volumen de la música según tus hombres saltan a la acción o se esconden tras alguna ventana o puerta para no ser alcanzados por los focos (sé que tal vez insisto mucho en los focos, pero es que en su momento era una fase muy original, de verdad). Este apartado sonoro da una magnifica ambientación cinematográfica y tensión al juego. Hostages hay que jugarlo a todo volumen, sin su sonido, sería un juego muchísimo más discreto y tal vez hasta vulgar.

En definitiva, un juego corto para jugar una y otra vez, precursor de los juegos de asalto y acción táctica, ofreciendo una experiencia única en la época que, aunque hoy un tanto primitiva, todavía proporciona innumerables momentos de diversión (y un sonido tremendo).

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